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Junto a Diógenes, Antístenes parece tímido. La Antigüedad lo llamó "el Sócrates furioso". El poeta Cércidas lo confunde con la constelación del Can. En el siglo IV d. c., el imperador Juliano el Apóstata, a quien repugnaba el cinismo, hacía salvedades respetuosas para la persona de Diógenes. "Estoy convencido – decía Barbey d'Aurevilly – de que Diógenes era, de suyo, una persona ingeniosa y conveniente, pero el Faubourg Saint-Germain de Atenas lo había desesperado." (pp. 77-78) (it) |