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Maribárbola, a pesar de que no quería fijar su mirada en la parte del cuadro en el que ella se encontraba, no pudo evitarlo. Su horrible aspecto le hizo daño, una vez más. Nunca se miraba en los espejos y, aunque parezca imposible, conseguía olvidarse de cómo era físicamente. Si hubiese tenido valor habría destrozado aquella obra de arte que perpetuaba su fealdad. En aquellos momentos la enana de Las meninas, Maribárbola, estaba lejos de imaginar lo que gracias a aquel cuadro podría sentir pasados los años.De haberlo sabido, su agradecimiento a Diego Velázquez por haberla pintado sería eterno. (it) |