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... De repente surgió una voz entre
Las tristes ramitas arriba
Un sincero canto vespertino
De ilimitada alegría;
Un pequeño tordo, viejo, frágil y demacrado
Con plumas erizadas por el fuerte aire,
Había escogido así lanzar su alma
A la penumbra avanzando.
Tan pocos motivos para el canto alegre
De tanto sonido ecstático
Estaban escritos en las cosas de la Tierra
Sean cercanas o lejanas
Que pude pensar que vibraba a través de
Su alegre canción de buenas noches
Alguna esperanza bienaventurada que conocía él
Y de la cual yo desconocía. (es) |