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En un momento de nuestra historia en que las calles de las ciudades de la nación inspiran miedo y desesperación, en lugar de orgullo y esperanza, es difícil mantener la objetividad y la preocupación por nuestros conciudadanos. Pero, la medida de la grandeza de un país es su capacidad de conservar la compasión en tiempos de crisis. Ninguna nación en la historia registrada del hombre tiene una mayor tradición de justicia y trato justo para todos sus ciudadanos en tiempos de agitación, confusión y tensión que la nuestra. Este es un país que se mantiene más alto en tiempos difíciles, un país que se aferra a principios fundamentales, valora su herencia constitucional y rechaza soluciones simples que comprometen los valores que están en las raíces de nuestro sistema democrático. (es) |