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A pesar de todas las pesadillas inventadas por la ficción, las máquinas carecen de voluntad propia. No se inventan a sí mismas, no se fabrican a sí mismas y no nos fuerzan a ponernos a su servicio. Todas las decisiones y actividades operadas por ellas son decisiones y actividades humanas. Las coacciones y amenazas que atribuimos a las máquinas son siempre, consideradas más de cerca, amenazas y coacciones de grupos humanos interdependientes producidas en sus recíprocas relaciones con ayuda de las máquinas. (es) |