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La evolución verdadera que mejore la vida de los mexicanos, no la de sus parásitos, vendrá con la revolución: ésta y aquella se completan y la primera no pueda coexistir con los anacronismos y subterfugios que despiertan hoy los redentores del pasivismo. Para evolucionar es preciso ser libre y no podemos tener libertad si no somos rebeldes, porque nunca tirano alguno ha respetado a los pueblos pasivos; jamás un rebaño de carneros se ha impuesto con la majestad de su número inofensivo, al lobo que bonitamente los devora sin cuidarse de otro derecho que el de sus dientes. Hay que armarse, pero no de un voto inútil, que siempre valdrá tanto como el tirano quiere, sino de armas efectivas y menos candorosas cuyo uso nos traiga la evolución ascendente y no la regresiva que preconizan los luchadores pacifistas. ¡Pasividad, nunca! Rebeldía, ahora y siempre. (es) |