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Hay pocas cosas más revolucionarias que la alegría. Y si estamos tratando de construir un mundo distinto, podemos aprovechar la oportunidad para hacer la revolución “bailando”. Cuidarnos en lo individual y en lo colectivo, poner en la agenda las cosas que nos interesan y nos mueven, recuperar lo lúdico en la reivindicación y lo privado en la política, divertirnos mientras luchamos… Así es muy difícil no convencer a todo el mundo de que la nuestra es una lucha justa. Además, de eso va esto, ¿no? De ser cada vez más libres, cada vez más autónomas, cada vez más felices. (es) |