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No me liberé, sino que me liberaron mis camaradas. Ello fue debido, sobre todo, gracias a mi mujer, que se presentó en la Gestapo de Lyon aparentando que estaba embarazada y afirmando que era la hija de un oficial superior del ejército. Se quejó de que yo la había dejado encinta sin casarme con ella y que su padre no la admitía en casa en tal estado y soltera. Afirmó únicamente que deseaba casarse y luego que hicieran lo que quisieran conmigo. Así fue como mi mujer pudo saber el día en que iban a matarme y, con un grupo que dirigía en la Resistencia, esperó en un lugar del trayecto al convoy en el que yo viajaba. Se entabló una batalla a tiros y, felizmente, todos salimos vivos, Yo recibí un balazo disparado por un camarada; me entró por el rostro y salió por detrás de la oreja, pero no fue grave. Cuatro alemanes murieron en el encontronazo. (es) |