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Es imposible valernos de los verdaderos poderes de la elocuencia, sin examinar en sus elementos y primarios principios, la fuerza y la armonía de los números, como los emplearon los poetas y oradores de los tiempos antiguos y modernos, y sin considerar los poderes naturales de la imaginación , y la disposición de la humanidad a la metáfora y la figura, que requerirá el conocimiento de los principios verdaderos de la gramática, y de la Retórica, y de los mejores autores clásicos.
Ahora, ¿a qué objeto superior, a qué mayor carácter, puede aspirar cualquier mortal, que poseer todo este conocimiento, bien digerido y preparado para usarlo, ayudar a los débiles y sin amigos, a desanimar a los altivos y a los que creen estar por encima de la ley, a procurar compensación por los errores, al avance del derecho, para afirmar y mantener la libertad y la virtud, para oponerse y abolir la tiranía y el vicio?. (es) |