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Creo haberlo dicho otra vez. Por lo mismo que la sociedad no destina a la mujer para la carrera literaria que en los países más ilustrados se piensa en educarla más bien para el hogar doméstico que para la vida pública, cuando la modesta paloma se resuelve a salir de la sombra apacible de sus dioses lares para cultivar las letras a la faz del sol, obedece á las sugestiones de la verdadera aptitud. El hombre suele convertir la pluma en un medio de especulación como cualquier otro; de ahí se que se introduzcan muchos profanos, sin vocación ni recursos mentales, en el augusto templo de Minerva. La muger cede al tomarla á un impulso emanado de Dios que la hace sobreponerse a la timidez de su índole, á los hábitos de su educación y al amor de su dichosa obscuridad: de ahí que casi siempre la que se dirige al santuario de la sabia diosa, merezca visitarlo. (es) |