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Cuando mi nieta cumplió 5 años nos largamos a recorrer Latinoamérica, tomamos por la Panamericana, sin rumbo fijo y sin fecha de vuelta: Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Guatemala, hasta las pirámides de Yucatán. Nos alojamos en las casas de nativos guaraníes del Brasil y cholas paceñas, recopilamos relatos de los arhuacos colombianos, revolvimos papeles en los conventos centenarios, consultamos los archivos de Germán Arciniegas y vimos bailar a García Márquez en el callejón de las ánimas en Cartagena. Conocimos a Miguel Ángel Asturias y Jorge Amado. Encontré tanto y estaba tan fascinada con las historias no contadas que empecé a realizar borradores de viaje con los relatos orales sobre heroínas anónimas y me decía a cada rato: !Basta de la historia oficial, alguien tiene que contar esto! (es) |