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Durante los meses siguientes al asesinato de Serguéi Kírov, dirigente del partido en Leningrado, el 1 de diciembre de 1934, a manos de Nikoláyev, el chekista encargado de su seguridad personal. Según la primera declaración de Nikoláyev, éste mató a Kírov al sorprenderlo con su esposa Nina, que era a la vez secretaria del dirigente comunista. Años después Nikita Jruschov señalaría como circunstancia especialmente sospechosa que, de camino hacia el segundo interrogatorio el 2 de diciembre, Nikoláyev muriera en un accidente de coche. El mismo día del asesinato se anunció una conspiración trotskista y entró en vigor la denominada ley Kírov en virtud de la cual la policía y los órganos judiciales debían actuar con más agilidad en los casos por terrorismo y ejecutar la pena de muerte inmediatamente después de leído el veredicto. (es) |