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Yo la adopto, yo la sostengo, yo la proclamo, por la razón misma por la que se combate. Sí, señores, porque el nombre del pueblo no es aún bastante respetado en Francia; porque está oscurecido cubierto con el orín de las preocupaciones; porque nos representa una idea que alarma al orgullo y repugna a la vanidad; porque se pronuncia con menosprecio en los salones de la aristocracia; por eso mismo, señores, quiero yo, y debemos todos nosotros imponernos la obligación, no sólo de rehabilitarle, sino de ennoblecerle y hacerle desde hoy más respetable a los ministros, y caro a todos los corazones. (es) |