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El Feminismo Moderno tiene dos caras distintas: un lado un político y económico que abarca las demandas de los llamados derechos; y un lado sentimental que insiste en una acentuación de los privilegios e inmunidades los cuales han crecido, no articuladamente o como resultado de demandas definidas, sino como la consecuencia de una súplica sentimental. En este sentido, sin embargo, se estableció una opinión pública que se expresa en un favoritismo sexual en la ley y aún más en su impartición, a favor de las mujeres y contra los varones. (es) |