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Permítanme concluir instándolos fuertemente, camaradas, a unir sus estudios y conocimientos con la acción; a encontrar buenos, limpios y píos compañeros. Ustedes no sólo deben ser ejemplo de piedad política, social y moral en el Ejército sino en todo el país, de modo que todos digan que los comunistas son verdaderamente honorables, dignos de confianza y personas de las cuales enorgullecerse. Nuestros camaradas eran ejemplares incluso antes de la Revolución. Antes de la Revolución, el que quería castigar a uno de nuestros camaradas le acusaba de ser un comunista, porque tenía buenas costumbres y no aceptaba sobornos. Fue sobre la base de esta piedad, que es la piedad política y social, que nos hicimos cargo del poder. (es) |