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Cuando dejaron las armas, los asesinamos. Les mentimos. Les quitamos sus tierras mediante engaño. Los matamos de hambre para que firmarán acuerdos fraudulentos que llamamos tratados que nunca cumplimos. Los convertimos en mendigos en un continente que dio vida durante el tiempo que la vida pueda recordar. Y sea cual sea la interpretación de la historia, por retorcida que fuera, no hicimos lo correcto. No fuimos legales ni justos en lo que hicimos. Para ellos, no tenemos que recompensarles, no tenemos que respetar unos acuerdos, porque nos correspnde en virtud de nuestro poder para atacar los derechos de los demás, de tomar sus propiedades, de quitarles la vida cuando intentan defender su tierra y libertad, y por hacer de sus virtudes un crimen y de nuestros propios vicios virtudes. (es) |