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Suponiendo el alma material, se sigue que es mortal. Si es mortal, no hay para ella más vida que la presente: luego tampoco, extinguida esta, la amenaza algún castigo por obrar mal o le incita algún premio para obrar bien. Y ve aquí suelto el freno a todas las pasiones: porque, ¿qué pueden temer de un Dios que no tiene jurisdicción alguna sobre ellos, en llegando una muerte que los reduce al estado de la nada? Del temor de un castigo temporal los libra la experiencia de tantos facinerosos felices. Conque en caso que reconozcan la existencia de Dios se hacen la cuenta de que es un Dios insensible, a quien ni los obsequios obligan, ni las injurias enojan. Este es todo el sistema de los materialistas modernos. (es) |