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Los adversarios del gobierno provisional deben comprender, a su vez, que no será posible ninguna restauración del régimen abatido en 1955. Tampoco ellos deben pretender cobrarse revanchas. No se trata de desquitarse, sino de ayudar a salir de la situación en que vivió la República durante más de un cuarto de siglo. Se trata de termina una dolorosa etapa de errores cometidos e iniciar una vida nueva para la República. Muchos sectores medraron y lucraron con el régimen que cayo el 16 de septiembre. Pero debemos reconocer que millones de mujeres y hombres creyeron honradamente en las promesas de transformación social y de redención humana que se les formularon. Todavía esperan y reclaman esa doble conquista. Lo que deben comprender es que la transformación social y la redención humana no serán alcanzadas con un retorno al pasado, sino mediante el ejercicio de la voluntad creadora del pueblo, una de cuyas expresiones es el sufragio. (es) |