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De ahí que sueñen que en la Sagradas Escrituras se ocultan profundísimos misterios y que se fatiguen en investigar semejantes absurdos descuidando toda otra utilidad, y cuanto descubren en semejantes delirios, lo atribuyen al Espíritu Santo y se empeñan en defenderlo con todas sus fuerzas y con toda pasión. Tal es, en efecto, la condición humana que, cuanto conciben los hombres por el entendimiento puro, lo defienden con sólo el entendimiento y la razón, y cuanto opinan en virtud de sus sentimientos también lo defienden con ellos. (es) |