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La llamada derecha-neoliberal menemista o la supuesta izquierda-popular kirchnerista se visualizan claramente hoy como dos imposturas con formatos solo aparentemente antagónicos de un mismo núcleo populista. Privatizar o estatizar, corromper desde la disolución del Estado y/o desde la construcción de un Leviatán estatal omnipotente y arbitrario, han sido consignas perversas, extremistas, que no solo fracasaron alternativamente sino que con sus fracasos produjeron una inapelable realidad: la multiplicación y consolidación de la pobreza dura, la indigencia asistida, el parasitismo comunitario crónico. (es) |