so:text
|
— Hace catorce años, la primera vez que vi a mi hija después del atentado, ella lloraba y me preguntaba por qué pasaban estas cosas. ‘En el País Vasco algunas personas matan porque piensan que el resto de España tenemos la culpa de sus males’. En sustitución de las dos piernas, intenté que Irene tuviera dos columnas en las que sujetarse siempre: la primera su fe en los políticos; tenía que saber que siempre la ayudarían y la defenderían. Y la segunda, la Justicia, la certeza de que algún día los que le hicieron esto a ella y al resto de las víctimas del terrorismo estarían en la cárcel, que ése sería su único destino. (es) |